Mis muy amados hijos, les acompaño en todo momento en el diario caminar y les animo para que puedan ser instrumentos del Amor y la Misericordia de Dios en el mundo.

Mis pequeños hay tanto que trabajar por la conversión de los pecadores y por la extensión del Reino de Dios en los corazones.

Les llamo a orar y a defender de forma muy especial el don de la vida en el vientre materno, ya en varios países se ha aprobado el abominable pecado del aborto intencional, y otros tantos países guiados por el enemigo se afanan por aprobarlo, pequeños este pecado entre muchos, hiere mi Corazón porque busca desfigurar el don de la vida obrado por Dios Padre para la humanidad.

¡Oh hijos míos! que consuelo me dan algunos pocos países que le han dicho no a tan maligno crimen y si al don de la vida, a estos países les doy mi bendición, pero el enemigo busca socavar el corazón del hombre para depositar la muerte, la guerra y la rebelión para ir en contra de las leyes y los designios de Dios.

Por eso pequeños míos, les invito a orar mucho, a orar con el corazón por la defensa y protección de la vida desde el vientre materno, recuerden que la lucha contra el mal es desde el campo de la oración y en el testimoniar al mundo la Palabra de Dios. 

Consuelen, reparen y eleven desagravios al Eterno Padre por tan abominable crimen y hablen sin desmayar a su hermanos sobre el Amor y la Misericordia de Dios manifestado en su obra creadora.

¡Oh mis pequeños botones de rosas!, tomen mis manos maternas y caminen junto a mí, quiero presentarlos ante el trono de la Santísima Trinidad, como rosas florecidas en mi jardín de virtudes, pues como Madre les acompaño en la ardua batalla que se libra en el mundo y les comunico mis continuos auxilios para que puedan dar la buena batalla por el Reino de Dios. He aquí que cada esfuerzo que forjen lo presento al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como un jardín florido de exquisitos perfumes.

¡Hijitos! levanten con profundo gozo la Bandera de la Esperanza, portándola en sus corazones para vencer la cultura de la muerte, para levantar sus voces de paz sin temor ante el odio y la indolencia. 

Hay hijos que se han dado por vencidos al ver los sucesos abrumadores que suceden, mis niños ánimo, tomen mis manos, apóyense en mi Corazón Inmaculado y reciban al Espíritu Santo que mi Divino Hijo envió en pentecostés, ánimo y levántense, la batalla por el Reino de Dios debe continuar y recuerden que no están solos, aun hay mucho por hacer y mi Corazón Inmaculado Triunfará y así juntos prepararemos el camino al Reinado del Corazón Eucarístico de mi Divino Hijo y por Él sean conducidos a la morada plena del Padre.

Den gracias a Dios por todo lo que reciben y propaguen mis mensajes maternales a todos mis hijos.

Los amo mucho y les doy mi bendición maternal, amorosa y protectora en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.