Amados hijos, sean fortalecidos en la fe, en la esperanza y en la caridad para que puedan corresponder a la Santa Voluntad de Dios.

De forma muy especial en estos tiempos de gran tribulación, manténganse vigilantes en la oración, para que puedan discernir los acontecimientos a la luz de la fe y de la Santa Palabra de Dios.

Oren en unidad, para que puedan resistir a los ataques y asechanzas del maligno enemigo, refúgiense en el Sagrado Corazón de mi Hijo y en mi Inmaculado Corazón.

Prepárense y caminen por la senda de la conversión, arrepiéntanse de sus pecados y busquen con sinceridad el Rostro Misericordioso de Dios.

La humanidad será aún más sacudida por modas pervertidas y la Santa Iglesia será fuertemente perseguida, los sacerdotes serán acrisolados y muchos martirizados, al igual que muchos cristianos. 

La fe será golpeada, se impondrán muchos errores que irán en contra de la verdadera doctrina, el enemigo de Cristo usurpará por breve tiempo la Santa Sede de Pedro, el demonio se levantará para herir y confundir a todos los hijos de Dios.

¡No teman!. Oren, ayunen y confíen plenamente en la infinita misericordia de Dios. Los invito a permanecer adheridos en el refugio de nuestros Corazones Unidos, alístense con gran esperanza para la batalla de los últimos tiempos, tomen la Santa Cruz y empuñen el Santo Rosario.

La victoria será para Dios y para todos sus hijos, la Santa Iglesia nunca será destruida y la verdadera fe dada por mi Divino Hijo Jesús y cimentada sobre los apóstoles, triunfará sobre todas las herejías.

Ánimo mis pequeños hijos, Dios Padre les proveerá de todo cuánto necesiten. Oren mucho, oren con el corazón; felices los que colocan toda su esperanza en Dios, jamás serán defraudados.

Reciban mi bendición maternal, amorosa y protectora en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.