Amadísimos hijos, perseveren continuamente en la oración y ayunen para que puedan hacer frente a las insidias del maligno enemigo.

Cuando oran y ayunan disponen sus corazones a la gracia de Dios, pueden ganar grandes batallas, así como también, alcanzar grandes bendiciones.

Hijitos, las almas que continuamente buscan a Dios y se deleitan en su presencia, viven desprendidas de los bienes temporales y luchan por alcanzar los bienes celestiales.

Los invito a no desanimarse, continúen luchando, la victoria será para aquellos que permanezcan en mi Divino Hijo, y así robustecidos con la gracia que brota del Sagrado Corazón de Jesús, podrán vencer las artimañas y flechas incendiarias del mal. Por misericordia de Dios estoy aquí entre ustedes, para conducirles a mi Divino Hijo y para mostrarles los misterios de su Glorioso Corazón.

Reciban la alegría y el gozo que solo Dios puede dar.

No están solos, yo les acompaño siempre, pues soy Madre de Dios y Madre de todos los hombres.

Los bendigo con mi bendición maternal, amorosa y protectora en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.