Amadísimos hijos, deben orar constantemente, que la oración sea primordial en sus vidas, Dios obra grandes cosas en el corazón que le busca día y noche.

En estos tiempos de prueba, Dios derramará un torrente saludable en su pueblo, con su auxilio vendrá a fortalecer y a consolar.

Esperen en el Señor confiadamente animados en la oración, contemplen en el silencio, reflexionen y pidan los dones del Espíritu Santo, abran sus corazones y conviértanse. 

Sepan, hijos míos, que deben enmendarse, deben cambiar y renunciar a todo aquello que les separa de la gracia, que el pecado no reine en ustedes. 

Escuchen mi llamado maternal, oro para que sean Santos mis pequeños, para que puedan vivir a plenitud la dignidad tan grande de ser hijos de Dios y miembros de la Santa Iglesia.

Es tiempo, el mundo entero debe volver a Dios, deben llorar y enmendar sus rebeliones, retomen la vivencia de los mandamientos, es tiempo de volver a los pilares fundamentales de la cristiandad, hay tanto que aprender de las primeras comunidades.

Sepan que no están solos, les acompaño en todo momento y oro continuamente ante mi Hijo por ustedes, los llevo en lo más profundo de mi Inmaculado Corazón, los amo mucho hijitos.

Reciban mi bendición maternal, amorosa y protectora en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.