Paz a ustedes queridos amados de mi Corazón, me dirijo a ustedes en este día, para pedirles que oren por todos mis sacerdotes en el mundo entero. Ciertamente están siendo atacados por el mundo, el demonio y la carne. Es necesario, amados de mi Corazón, que tengan presentes a mis ministros ante mi Corazón Eucarístico. 

Me duele tanto la infidelidad de mis consagrados, que llegan a cambiar el Reino de los Cielos por un plato de lentejas. Hagan reparación a mi Corazón Eucarístico, por todas las ofensas que recibo a diario por mis hijos predilectos. 

Me es grato conocer que hay consagrados que me sirven con fidelidad y santidad, ellos son ungüentos finos que ungen mi Corazón Sagrado, ellos son antorchas encendidas que iluminan mi Tabernáculo.

Oren, oren, oren por las vocaciones sacerdotales y religiosas, oren por su fidelidad, santidad y perseverancia, oren por todos mis consagrados. 

Les bendigo en el nombre del Padre, del Hijo que soy y del Espíritu Santo. Amén.