Amados hijos, profundicen en la pasión, muerte y resurrección de mi Divino Hijo y vean el gran amor del Padre manifestado en Él.

Vivan continuamente al pie de la Cruz, para que la preciosa sangre del Señor sane sus corazones, acompañen al divino redentor como siervos fieles, porque hoy más que nunca mi Hijo es abandonado y ridiculizado por las infidelidades de los hombres.

Es tiempo mis pequeños, sean testimonio del sacrificio redentor de Jesús y no teman hablar a esta humanidad doliente, que pretende minimizar esta gran obra de salvación, reduciéndola a un mero acontecimiento histórico.

Hay quienes son enemigos de la Cruz y pretenden impulsar ideologías que buscan pervertir a muchos de mis hijos, pero jamás lograrán dañar a los que permanecen perseverando haciendo vida la Santa Palabra de Dios.

Jesús ha vencido de una vez y para siempre en la Cruz del Calvario, su sacrificio no fue en vano, pues Él levantó a la humanidad caída y le dio plenitud.

Mis niños, abracen a mi Hijo Crucificado para que puedan resucitar con Él, que este tiempo de gracia sea de gran provecho para todos.

Los bendigo con mi bendición maternal, amorosa y protectora, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.