Amadísimos hijos, los acompaño en todo momento, no se sientan solos, correspondan con alegría y sencillez a la vocación que han recibido, luchen continuamente, perseveren en el camino de la santidad.

Los invito a la oración continua, al diálogo constante con Dios, desde la sencillez, en lo más profundo de sus corazones. Si oran continuamente podrán permanecer en el Señor y los temores serán disipados. 

Sepan mis pequeños, que el enemigo del alma busca desgastar a las almas orantes para que pierdan la fe, por eso en estos tiempos más que en otros, el maligno intenta confundir y esparcir el veneno de la mentira.

Pero no teman mis pequeños, aquí estoy entre ustedes para enseñarles y formarlos dentro de mi Inmaculado Corazón, para que puedan obtener la victoria sobre el mal. Deseo tanto mis pequeños, conducirlos al Corazón de mi Divino Hijo.

Es preciso que oren mucho, que oren con el corazón y como mi ejército, levanten en alto el Santo Rosario, porque con el rezo continuo de esta poderosa oración se ganan grandes batallas.

Reciban mi bendición maternal, amorosa y protectora en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.