Amadisimos hijos, que la paz y el amor de Dios reinen siempre en sus corazones. Aquí vengo para continuar fortaleciéndolos en la fe, para acompañarlos en cada momento de la vida, para mostrarles el camino que conduce a mi Divino Hijo.

Hoy desde mi Corazón Maternal los convoco a que den la buena batalla por el Reino de los Cielos, a que sean un ejército firme y orante, a que junto a Mí podamos conquistar muchas almas para Dios.

Tomen en sus manos el Santo Rosario y oren con el corazón, sepan mis hijos, que en este tiempo mi Corazón Inmaculado vencerá al mal y a todos los errores que amenazan a la Santa Iglesia.

Necesito de cada uno de ustedes, para que sean antorchas vivas de amor y misericordia, para encender la fe en los corazones más endurecidos. Contemplen mi Corazón Inmaculado y reciban al Espíritu Santo que viene con sus dones y carismas, para fortalecer y refrescar al pueblo de Dios con un nuevo Pentecostés.

Como los primeros cristianos, deben mantenerse firmemente adheridos a mi Divino Hijo, guardando sus palabras y haciendo vida sus enseñanzas. Mis niños, ciertamente seguir a Jesús conlleva a que sean perseguidos y señalados por sus convicciones, pero no teman, porque Dios siempre permanece fiel y cuida de cada uno. 

En los tiempos de gran persecución que ha de vivir la Santa Iglesia, el ejemplo de muchas almas santas tendrá gran relevancia, porque estos darán testimonio y así muchos volverán al amor primero, y se mantendrán guardados y perseverando en el Señor.

Estoy con cada uno de mis hijos y escucho atentamente cada una de sus oraciones y como Madre llena de misericordia, les alcanzo de mi Divino Hijo, todo cuanto necesitan.

Los bendigo con mi bendición maternal, amorosa y protectora, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.