Pequeños de mi Inmaculado Corazón, aquí estoy entre ustedes nuevamente invitándolos a la oración confiada a Dios, a que se abandonen sin límites en los brazos del Padre, cultivando el diálogo sincero.

Esto es importante mis pequeños, para que puedan dar frutos en la vida espiritual, sepan que Dios es inmensamente amoroso y misericordioso, Él quiere darles la felicidad plena, abran el corazón y no se resistan a la acción del Espíritu Santo.

Es preciso mis amados hijos que perseveren continuamente en la oración, para que puedan ser fortalecidos en los tiempos de gran dificultad que vive la humanidad. El enemigo del alma busca en estos tiempos esparcir el veneno de la confusión y abominables ideologías que buscan desfigurar la imagen de Dios en los hombres.

Es por eso, que los invito a la oración confiada para que puedan permanecer firmes en los momentos de gran dificultad, cuiden arduamente el estado de gracia en sus almas. Es gran medicina recurrir al Sacramento de la Reconciliación para vencer al pecado.

Visiten continuamente a mi buen Jesús Sacramentado, alábenlo y den gracias por su presencia viva y real en medio de su pueblo.

No desmayen, ni muchos menos se desanimen ante las dificultades, permanezcan en el Señor y vencerán al mal.

Oren, oren, oren, no se cansen de orar, acudan a la Santa Misa y prepárense debidamente para recibir a Jesús vivo en la Eucaristía.

No teman, mi Inmaculado Corazón es refugio seguro y bastión contra las huestes del mal.

Los amo, reciban mi bendición maternal, amorosa y protectora en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.