Los saludo y les bendigo pequeños míos, extiendo sobre ustedes mi manto maternal.

Mis muy amados hijos vayan confiadamente a Jesús, Él los espera para colmarlos de su amor. El alma que se refugia en mi Hijo se fortalece y se transfigura en instrumento de paz y de amor para sus hermanos, permanezcan siempre en el amor de Dios y darán pequeños míos, frutos en abundancia.

Miren pequeñitos, que Dios los congrega por medio de la Iglesia para que fortalecidos en la fe, a la luz del Magisterio y del Santo Padre, puedan ser misioneros de la Buena Nueva de Salvación, caminando en el continuo sendero de la conversión para ser santos.

Los animo a que respondan con amor al ideal de la evangelización y de la santidad, pues Dios los llama a evangelizar con firmeza y con perseverancia, siendo luz en medio de la oscuridad.

Mis muy amados, unidos a mi Hijo podrán dar buen testimonio, muchas almas se convertirán pues verán en sus rostros el Rostro de Jesús. Sean cristianos fieles, no caigan en el circulo vicioso que mata al alma como lo es el mundo, el demonio y la carne. 

Vayan contracorriente y no tengan miedo, yo los acompaño en sus luchas e intercedo ante mi Hijo por ustedes.

Les bendigo con mi bendición maternal, amorosa y protectora, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.