Mensaje de María Santuario de Esperanza
- 21 de Agosto de 2012
Queridos y muy amados hijos. Los saludo y los colmo con mis bendiciones maternales. Vengo a ustedes pequeños de mi Corazón para alentarlos en sus luchas, para animarlos en la fe, pues deben perseverar en la unidad y en la fe y manifestar en sus vidas como testimonio la fe que profesan, que ha sido confiada a la Santa Iglesia Católica para ser edificados según el Santo y Divino Espíritu.
Hijitos los invito a la oración confiada, a la oración de abandono en los brazos de Dios. Y pidan en oración que su fe se acreciente cada vez más en sus vidas, para ser testimonios vivos del amor de Dios para sus hermanos.
¡Oh hijos míos!, Dios desea que vengan confiadamente a la oración, pues desde la oración Dios quiere iluminarlos y nutrir en sus corazones la fe, la esperanza y la caridad.
Es importante mis muy amados, que recurran confiadamente a Jesús presente y vivo en la Eucaristía, viviendo ese encuentro especial con Jesús mi Hijo que arde de amor por todas las almas.
Hijitos vienen tiempos difíciles para la humanidad, el hombre apegándose a los malos deseos se distancia de la verdad y del amor de Dios.
La sed de venganza, el ansia de poder y las guerras, atentan contra inocentes, eso causa gran dolor a la Santísima Trinidad y a mi Corazón, por eso los invito a que oren y den testimonio de su fe. Oren por la reconciliación de los pueblos, por la paz de las naciones, por la unión de las familias, para que venzan al mal que pretende adentrarse cada vez más en los corazones de los hombres.
Les doy una herramienta poderosa para vencer a satanás y a sus asechanzas, el rezo del Santo Rosario y la oración confiada, en sus casas como familia, como Iglesia doméstica y en la Iglesia, la gran familia que alaba y glorifica a la Santísima Trinidad presente en los Sacramentos.
Les doy también esta oración, recítenla diariamente por la paz del mundo y por la reconciliación de las naciones:
«Amado Jesús te alabo y te bendigo, te doy gracias por tu infinito amor y tu infinita misericordia, te suplico que desde tu Sacrosanto Corazón envíes al mundo la paz, como uno de los dones preciosos que atesora tu Corazón. Derrama sobre cada país y sobre el corazón de cada uno de tus hijos tu Santísima Sangre poderosa, para que seamos libres de todo mal y de toda acechanza del enemigo. ¡Oh Jesús!, por los grandes méritos de tu Sagrada Pasión, concédele la paz al mundo y a nosotros tus hijos que recurrimos a Ti, aumenta nuestra fe y ayúdanos a perseverar en la oración”.
Queridos y muy amados, siempre estoy con ustedes en todo momento, pues vengo como misionera con Jesús en mis brazos, esperanza para todos los pueblos y todas las naciones de la tierra. Les bendigo con mi bendición maternal, amorosa y protectora, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.