Mensaje de María Santuario de Esperanza
- 21 de Agosto de 2011
(En el marco de la Jornada Mundial de la Juventud llevada a cabo en Madrid, España 2011).
Quiero bendecirlos pequeños míos, en esta hora muy especial en la cual los visito, como lo he anunciado en mis anteriores mensajes los días veintiuno de cada mes. Hoy quiero expresar la alegría, el gozo y la felicidad que siento al verlos reunidos como una sola Iglesia, Santa y Católica fundada en Cristo mi Hijo. ¡Oh cuánta alegría!, cuánto me conmueve al ver que tantos jóvenes se han reunido ante el Vicario de Cristo, el Santo Padre Benedicto XVI, todos los jóvenes recurren como un solo pueblo, como una sola nación, como hijos de Dios en torno a su Palabra, en torno a su presencia real en la Eucarística.
!Oh! cuántas bendiciones han sido derramadas en estos jóvenes que se han congregado desde los más recónditos rincones de la tierra. Cuántas bendiciones han de llevar a sus países, son muchas las bendiciones que han recibido al estar ante la presencia real de Jesús en la Eucaristía y bajo la enseñanza del Vicario de Cristo en la tierra. Bendigo a mis jóvenes, yo soy Madre de todos los jóvenes y les presento la esperanza, la verdadera esperanza que es Jesús, Él es la esperanza misma que viene a los pueblos y a las naciones con su amor y su misericordia. En la Cruz del calvario Jesús extendió los brazos, abrazando a la humanidad y colmándolos de su amor reconciliador, que perdona, que sana y salva; es por eso que me alegra enormemente contemplar como se congregan todos mis hijos en torno a Jesús para aprender de Él, para beber de la fuente, para ser testigos vivos de su obra, para predicar el Evangelio a las naciones.
Los invito a trabajar por la nueva evangelización de los pueblos, los pueblos necesitan que se les predique a tiempo y a destiempo el Santo Evangelio, la Buena Nueva de salvación para que crean en el Evangelio, se conviertan y dejen a Jesús entrar en su corazón y así cambiar de vida para caminar en la vida de gracia.
Congrego a todas las naciones, a todos los pueblos, a todos mis hijos en cada rincón del mundo y hago un llamado maternal a que se unan como una sola Iglesia, a que oren con el corazón, a que sean instrumentos de unidad para los pueblos, a que sean promotores de paz, justicia y reconciliación, miren que la misericordia de mi Hijo se extiende para todas las almas que así lo imploran, acudan a su invitación, ábranle la puerta del corazón y pidan su infinita misericordia, pues estamos en los tiempos de la infinita misericordia de Dios, Él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
¡Oh hijos míos!, yo su Madre Santuario de Esperanza, quiero invitarlos a seguir a Jesús de corazón, Él es el verdadero camino y la salvación de toda la humanidad, quiero llamar a todos mis hijos especialmente que se unan en oración, a que realicen oración de unidad y desagravio al Corazón de Jesús por todas la ofensas que recibe a diario.
¡Oh hijos míos!, cuando oran, sus oraciones son escuchadas y rápidamente atendidas según la Divina Voluntad de Dios, ¡Oh! cuánta fuerza tiene la oración en unidad, como Iglesia viva, como Iglesia Católica, como Iglesia Universal, los invito que oren unidos, unidos como una sola Iglesia, unidos al Santo Padre, unidos a los obispos y a los sacerdotes.
Todos y cada uno de ustedes mis niños, son hijos de Dios y son la Iglesia viva de Cristo, recen el Rosario, recen el Rosario en unidad, recen el Rosario en cada día de sus vidas y mediten los misterios del Santo Rosario, porque allí está contenido el mensaje salvífico de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Oh hijos míos!, cuánto he orado por ustedes y continuamente estoy como su Madre intercediendo ante el Trono de Dios por cada uno de ustedes, es muy grande lo que acontece en estos tiempos.
Amen de corazón a Jesús y den gracias por los beneficios que reciben a diario de sus benevolentes manos, Jesús los ama, así como yo también los amo.
¡Oh pequeños!, pequeños muy amados, vengan con un corazón dispuesto ante Dios, vengan con un corazón abierto ante Dios entregado a Él, oren, ayunen y ofrezcan sus oraciones y sacrificios, sean santos mis niños, la santidad es un don hermoso, sean santos.
Los amo, los amo mis niños, son mis hijos y yo soy su Madre, los acompaño en sus luchas, en sus alegrías y en sus dolores, siempre estoy con ustedes, gozan de mi protección maternal, oren, oren, oren y vivan la unidad como don precioso de Dios.
Les imparto en este momento a todos, mi bendición maternal, amorosa y protectora. En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Amén.