Queridos hijos, en esta noche bendigo de una forma muy especial sus almas. Me es grato mis pequeños dirigirme a ustedes en esta noche. Precisamente hoy a la luz de la Palabra, escucharon que el seguimiento a Mí, implica servicio y entrega total, precisamente mis pequeños, es la misión que Yo he dejado a mi Iglesia, de ir a predicar mi Palabra por cada rincón de la tierra.  

Por eso les he enseñado que el servicio es el misterio más grande y la expresión amorosa del Rostro del Padre. También mis pequeños, el servicio implica un camino de cruz, pues les he dicho, quién quiera seguirme, tome su cruz y me siga. 

Precisamente de ser el último, pero también los primeros en amar. Hay muchos misioneros extendidos por toda la tierra, por cada lugar, por cada país, que han decidido dejarlo todo por seguirme, atendiendo a los más necesitados. 

Les bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo que soy y del Espíritu Santo. Amén.