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Cuadro María Santuario de Esperanza

Mensaje de María Santuario de Esperanza

Queridos hijos, no digan que el mundo está bien, no piensen que todo está normal, sepan que no es así. La sociedad está agonizando, son tantas las abominaciones y errores que están teniendo lugar en el mundo. 

Sepan que en estos tiempos es aun más grande el número de almas que se pierden eternamente, porque rechazan totalmente la gracia, no se enmiendan y prefieren vivir en el pecado.

Ustedes, mis pequeños, no tienen idea de la magnitud de todo esto, pero es importante que tengan en claro que lo que acontece hoy en la humanidad es abominable y no está bien. 

Se ha perdido la conciencia de lo que es el pecado, entonces a lo que es bueno, lo llaman malo y a lo que es malo, lo llaman bueno. ¡Oh hijos míos!, este relativismo práctico está causando una gran herida de muerte a la humanidad, el brazo justiciero de mi Divino Hijo es pesado y ya casi no puedo contenerlo.

He aparecido en tantas partes, desde años atrás hasta la actualidad, para recordarles las enseñanzas de mi Divino Hijo, para conducirles por el camino del bien, pero no han sido recíprocos y aun muchos corazones permanecen endurecidos. El pecado y la aberración de estos tiempos es mucho mayor que en tiempos pasados, la relajación de la fe está permitiendo que el enemigo del alma inunde al mundo de abominables depravaciones.

Hijitos, les suplico con abundantes lágrimas: ¡vuelvan a Dios!. No se dejen arrastrar por las corrientes ideológicas, sepan que desde el principio Dios creó al mundo para el bien, no para el mal, el mal entró en el mundo por causa del pecado.

Bien saben, mis pequeños, que el pecado socava y desfigura la identidad del ser humano. Ustedes son hijos de Dios y deben vivir a profundidad esta gran dignidad. Vivan con agradecimiento este don de Dios.

Es preciso, hijos míos, que oren, ayunen y reparen. Los llamo a profundizar en el desagravio, porque el Corazón de mi Divino Hijo y mi Corazón están siendo muy ofendidos.

Oren por la conversión de los pecadores, pidan perdón a Dios por sus pecados y por todos los pecados de la humanidad.

No teman, ni se desanimen, perseveren en la oración, no todo está perdido, mi Corazón Inmaculado Triunfará.

Les bendigo con mi bendición maternal, amorosa y protectora en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.