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Cuadro María Santuario de Esperanza

Mensaje de María Santuario de Esperanza

Queridos hijos, alégrense en este día junto a mí y alabemos a Dios porque ha hecho obras grandes en favor de su sierva. 

Hijitos, el amoroso anhelo de ver a mi Hijo y de vivir a plenitud las alegrías del Cielo,  habiendo correspondido en todo a la Voluntad de Dios, fueron los motivos de mi tránsito.  Dios, en su gran misericordia, preservó mi cuerpo de la corrupción de la carne y me elevó en cuerpo y alma al Cielo. 

Desde el principio Dios me creó sin pecado original e hizo de mí, por su gran Misericordia un inmaculado santuario viviente para albergar al Inmenso. 

Este es un día muy grande, encontrarme y contemplar a la Santísima Trinidad y ser coronada con la corona de Gloria. Grande fue el gozo que experimenté al ver a mi Divino Hijo Jesús y ser recibida en un abrazo eterno. 

Mis niños, cuánto deseo que vayan al Cielo y vivan de los gozos eternos que el Padre Dios tiene preparado para cada uno de sus hijos, cuánto deseo que experimenten el mismo gozo que me envolvió al entrar en la casa del Padre.

Hoy el motivo de mis lágrimas es porque hay almas que se cierran a la gracia y se pierden, es por eso que he venido desde el Cielo para atraer a todos mis hijos y reunirlos para que correspondan al llamado de Dios, de luchar por alcanzar la santidad y de no vivir para este mundo sino para el Reino de los Cielos. Mi labor maternal continúa, quiero enseñarles el camino de hacer vida las enseñanzas de mi Divino Hijo.

Sepan mis pequeños, que mi buen Jesús venció a la muerte y todos ustedes si guardan y hacen vida su Palabra, al participar con Él en su muerte, podrán también experimentar el gozo de la resurrección.

Tomen mis manos maternales y caminen conmigo sin temor y vengan a la escuela de mi Corazón Inmaculado, desde allí les quiero formar. 

Mi amor maternal es mas puro y mas dulce que la miel, es tiempo, renuncien a todo aquello que no les hace verdaderamente felices.  ¿Por qué se empeñan en optar por las felicidades pasajeras?, cuando la verdadera felicidad que no pasa reside en Dios fuente de sumo bien, vivan entonces la alegría del Evangelio y sean testimonios vivos del amor y la misericordia de Dios. 

Reciban mi bendición maternal, amorosa y protectora en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.